Tres años sin Dios
Título original: Tatlong taong walang Diyos
Año: 1976
País: Filipinas
Género: Drama - Guerra
Dirección: Mario O'Hara
Guión: Mario O'Hara
Duración: 125 min
Reparto: Nora Aunor, Christopher De Leon, Bembol Roco, Orlando Nadres, Peque Gallaga, Mario Escudero, Yolanda Luna, Edwin O'Hara, Joey Galvez, Dante Balois, Soxy Topacio, Licerio Tabalon, Tommy Yap, Nina Lorenzo, Estrella Antonio
Idioma: Filipino con subtítulos en español
Sinopsis: Este melodrama épico, situado en la contienda contra la ocupación japonesa durante Segunda Guerra Mundial, se centra en la figura de una maestra de escuela llamada Rosario. Prometida con Crispin, un miembro de la guerrilla antijaponesa, la joven es violada por un oficial de la Armada Imperial japonesa. En este contexto desgarrador, el director Mario O'Hara se interroga por la complejidad de las relaciones humanas. En la línea característica del cineasta, el film muestra un barroquismo visual, una riqueza de los personajes femeninos y un gusto por fusionar el romanticismo con la violencia. (Tomado de --> http://www.cinesdelsur.com/).
Deslumbrante cómo su sencillez expositiva es capaz de albergar tanta complejidad y profundidad. Una mezcla abrasadora de pureza y crueldad. El comienzo y ese melodrama sexual sublimado me han hecho "acordarme" de VINCERE de Bellochio, aunque O'Hara es más frontal y directo que el italiano. Gran dirección de actores.
(De Mario Vitale --> http://www.cine-clasico.com/)
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O'Hara se saca de la manga este impresionante, múltiple y concentradísimo melodrama de más de dos horas esculpido en los alrededores de una contienda que cambió la cara también a esa parte del planeta, como si fuese la cosa más natural del mundo (Tatlong taóng walang Diyos parece una de esas películas cumbre en el devenir de la práctica del oficio de un director, por fin conseguida quizá tras previas tentativas), prestando atención alternativamente a lo grande y a lo pequeño, lo personal y lo colectivo, lo interiorizado y lo que irrumpe intolerablemente en una pacífica y humilde existencia.
Apenas unos instantes musicales, una determinada textura fotográfica (como siempre magnífica y parece que barata y rápida de Conrado Baltazar) y algún efecto aislado -que son también los únicos contratiempos y aristas que pueden regateársele- permiten averiguar su ubicación temporal, en tiempos de qué y de quién fue realizada. Pero eso no significa que sea una obra extemporánea. El hecho de hundir sus raíces narrativas, los ingredientes que utiliza, dónde se posa o hacia dónde desvía la mirada, qué queda fuera de cuadro y por qué, dónde se ubica la cámara en las muy variadas escenas climáticas que jalonan el film, propicia que el cine de Mario O'Hara, conecte con el de directores que en teoría no pueden andar más lejos "culturalmente" de él como Michael Cimino o Sam Peckinpah. Lo que en el cine de O'Hara hay que extraerlo, volver a detenerse para encontrarlo, tener paciencia para que llegue, saber quitar la corteza sentimental de sus personajes, nada mundanos, se diría que triviales sin el drama azotándoles, para detectar su mirada, termina derivando lógicamente, por presión, en ese puro exceso torrencial, deslumbrantes cuentas de un collar que no parece que tenga engarces, que mezclaba en el cine de los antes citados a Dovzhenko y Pudovkin con Vidor y Ford. Sin transiciones, sin momentos baldíos, cualquier episodio acontecido a Rosario (Nora Aunor, que fue una especie de niña prodigio y con la que sigue contando hoy día), Crispin y el soldado japonés criado en Manila, Masugi… pudieron estar en Hearts of the world, America o The birth of a nation, en Heaven's gate o The deer hunter, en Major Dundee o Bring me the head of Alfredo Garcia, en The Jack-Knife man, en Sergeant Rutledge o Cheyenne autumn, en Ganga bruta, en The young one.
(Tomado de --> http://es.paperblog.com/)
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