martes, 23 de octubre de 2018

El sacrificio de un ciervo sagrado





El sacrificio de un ciervo sagrado
Título original: The Killing of a Sacred Deer
** 7.00
Año: 2017
País: Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos
Género: Drama
Dirección: Yorgos Lanthimos
Guión: Yorgos Lanthimos, Efthymis Filippou
Duración: 121 min
Reparto: Colin Farrell, Nicole Kidman, Barry Keoghan, Raffey Cassidy, Sunny Suljic, Alicia Silverstone, Bill Camp
Idioma: ingles, frances subs español
Sinopsis: Steven es un eminente cirujano casado con Anna, una respetada oftalmóloga. Viven felices junto a sus dos hijos, Kim y Bob. Cuando Steven entabla amistad con Martin, un chico de dieciséis años huérfano de padre, a quien decide proteger, los acontecimientos dan un giro siniestro. Steven tendrá que escoger entre cometer un impactante sacrificio o arriesgarse a perderlo todo.

El sacrificio de un ciervo sagrado: magia negra
por Fabien Lemercier

22/05/2017 - CANNES 2017: Yorgos Lanthimos pone a Colin Farrell y Nicole Kidman entre la espada y la pared en una cinta visualmente muy lograda pero insatisfactoria en lo conceptual

El sacrificio de un ciervo sagrado: magia negra
Nicole Kidman y Colin Farrell en El sacrificio de un ciervo sagrado
“A veces hacía cosas raras, pero ahora es peligroso”. Con un film que va evolucionando poco a poco desde la observación de una situación anestesiada hasta una tragedia a corazón abierto con visos sobrenaturales, el cineasta griego Yorgos Lanthimos ha efectuado un regreso irregular a la competición del Festival de Cannes (donde su largo anterior, Langosta [+], ganó el premio del jurado en 2015) con El sacrificio de un ciervo sagrado [+]. Surcando una vez más la cresta del realismo absurdo a su característica manera, el realizador escudriña un núcleo familiar y, por extensión, la estructura de la sociedad, en una película que mezcla la sátira y el agobio, antes de virar a lo pesadillesco. Envuelta en una pátina visual muy sofisticada, la obra pasa de una frialdad metálica a un calor horrible, sin llegar a convencer plenamente, a pesar de sus múltiples cualidades formales; un poco como si el cineasta hubiera sido víctima del adagio enunciado por uno de sus personajes —“mañana veremos dónde estamos y decidiremos”—, dejando que el lado salvaje del film devorara a su amo, embriagado por su ansia de control.


El guion, escrito por Lanthimos junto con Efthimis Filippou, se basa en el clásico dispositivo de un elemento perturbador del karma que se infiltra en la existencia de una familia de bien, que nada en el materialismo, la comodidad económica y la insensibilidad afectiva, y que se compone del padre, Steven (Colin Farell), un cirujano cardiólogo, la madre, Anna (Nicole Kidman), oftalmóloga, la hija adolescente, Kim (Raffey Cassidy), y su hermano pequeño, Bob (Sunny Suljic). Un cuarteto que lleva una vida muy ordenada, entre el trabajo en el hospital, la cena, el coro, el paseo con el perro y el regado de las plantas. Pero este orden artificial, este mundo de poses que llega hasta la cama conyugal, este universo de reproducción en piloto automático de las clases privilegiadas, también es el mundo de la desresponsabilización de todos cuando sobreviene un gran problema, como el que se materializa de manera subrepticia en la persona de Martin (Barry Keoghan). Acogido por Steven, que se siente culpable por la muerte de su padre en la sala de operaciones cuatro años antes, el adolescente, de 16 años y apariencia prudente, se introduce en la familia Murphy, seduce a la chica, acecha y luego acosa al padre y finalmente reclama la muerte de un Murphy (no importa cuál) en compensación por el fallecimiento de su padre. Sobre todo, el joven retorcido cuenta con un arma diabólicamente persuasiva. Sin ninguna explicación médica ni medio de cura, a los dos hijos se les paralizan las piernas, y comienzan a perder por completo el apetito. Martin anuncia a Steven la siguiente fase, en caso de que no se decida a eliminar a uno de los suyos: sus hijos llorarán sangre antes de morir... 

Esta inexplicable e inexplicada magia negra es el verdadero talón de Aquiles del film, pues su dimensión metafórica de expiación colectiva del pecado individual de Steve y del pecado de la sociedad contemporánea en sentido amplio, con sus horizontes incorpóreos (todavía más paradójicos en el caso de los profesionales del cuerpo), su justicia poética, su irrupción de lo inconsciente en lo consciente, se impone a la fuerza sobre todo lo demás. Y ni la paleta kubrickiana de la excelente fotografía de Thimios Bakatakis ni la brillante puesta en escena logran sacar al film de sus raíles de thriller fantástico a la americana, firmado por un gran autor europeo que quiere rubricar el cine de género con su inteligencia, en vez de proceder a la inversa.

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Por segunda vez en competición en el Festival de Cannes con El sacrificio de un ciervo sagrado [+], el director griego Yorgos Lanthimos habló con la prensa internacional,rodeado de sus actores Nicole Kidman, Raffey Cassidy, Sunny Suljic y Barry Keoghan.

¿De dónde viene la idea del título, El sacrificio de un ciervo sagrado? ¿Cuál es tu concepto del sacrificio?
Yorgos Lanthimos: Cuando empezamos a escribir el guion y a pensar en la historia, descubrimos que había paralelismos con la tragedia Ifigenia en Áulide de Eurípides, y pensé que sería interesante tratar este tema tan arraigado en la cultura occidental. En la vida, hay personas que se enfrentan a grandes dilemas y el concepto de sacrificio plantea un gran número de preguntas sobre muchas cosas.


La película trata un tema brutal, y has trabajado con un elenco bastante joven. ¿Cómo lo has abordado?
Es verdad que el material es muy duro si lo coges como un todo, pero no si lo miras por partes. Nunca nos lo hemos tomado muy en serio. A Nicole le gusta comentar que durante el rodaje siempre le decía que era una comedia, y lo pensaba, y nos lo pasamos genial. Lo que quería explorar eran cuestiones como la justicia, las decisiones, la naturaleza humana y el comportamiento. El punto de partida era principalmente una familia, y fue casi una casualidad que los hijos tuvieran un papel clave en el filme.

¿Qué relación tienes con el simbolismo?
Intento alejarme de los símbolos todo lo posible. Quería que todo fuera obvio y que la película fuera muy directa. Con las cosas más inusuales, intento no ser analítico a la hora de afrontarlas. Siempre empezamos con una historia y un guion (sino los espectadores se perderían), pero intento trabajar de un modo físico y divertido, que no tiene por qué estar relacionado con la verdadera situación, así que no sabemos el verdadero significado de lo que estamos viendo. Pero pasé mucho tiempo con Efthimis Filippou tratando de escribir el guion y tratando de no pensar en otra cosa que no fuera la historia, ya que tengo que estar seguro de que tenemos un guion que funciona y que está listo para empezar a rodar. Después de eso, pensamos donde la podemos localizar; las películas que hemos hecho hasta ahora pueden tener lugar en cualquier sitio, lo que te da mucha libertad, ya que podemos elegir donde se desarrollará la película. Después, el casting. Tengo mucha suerte porque actores y actrices de mucho talento han visto mis cintas y quieren trabajar conmigo. Por otra parte, el casting para los actores más jóvenes fue bastante largo, vimos muchos niños en Estados Unido, Gran Bretaña y Australia. No intento convertir a los actores en algo que yo haya imaginado, intento conseguir el máximo que pueda de ellos, ya que enriquece lo que hemos escrito y es algo que nunca hubiéramos imaginado de antemano. Luego, cuando estás ensayando y filmando, muchas cosas inesperadas surgen en la película, e intentamos darles la bienvenida. Porque el lugar, el ambiente, la situación, el tiempo… Intento no controlar mucho este tipo de cosas. 

¿Cuáles eran tus intenciones a la hora de desarrollar la puesta en escena?
Utilizamos varios travellings. Siempre intentamos encontrar la manera correcta de filmar un guion. Con esta cinta, quería dar la impresión de que había alguien más ahí. Así que la cámara se hizo un poco más móvil, seguía a la gente, se deslizaba y observaba desde arriba. Con esto, intentamos dar la impresión de que hay una presencia invisible.

¿Qué hay de la extraña enfermedad que el doctor no puede diagnosticar?
Supongo que esa es la cuestión de toda la película. Nunca lo llegas a saber, pero yo tampoco lo sé, así es como concebimos el filme. Son preguntas que te llevas contigo.

¿Volverás en un futuro a Grecia a rodar una película?
Sí, ¿por qué no? He rodado en siete países y cada uno ha sido diferente. Solía ser muy negativo con respecto a volver a Grecia y hacer otra película allí, pero ahora, me he dado cuenta de que rodar allí me dio cierta libertad.

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